Revisando unos archivos viejos, encontré este texto qué hice cuando pinté el "El Cristo del pilar"
Detrás del Cristo del Pilar.
2005.
Quería salir al cine con dos de mis amigos,
y por eso lleve a los perros al parque por segunda ves en el día, eran casi las
6 de la tarde, y hacia frío con mucho viento. Había niños y varias personas en
el parque. Como siempre, pude ver a distancia en las barras paralelas al otro
lado del parque, la silueta de un joven ejercitándose. Poco a poco me acerque
siguiendo a los perros y vi que el me veía, no podía ver con exactitud pero
sentía su mirada. Sin atreverme a ver directamente, note que era alto,
moreno, fuerte, muy fuerte, atlético y varonil. De pronto el se acerco a mi
preguntándome sobre los perros, pensaba que eran galgos,- nunca había visto
perros Xoloitzcuintle-, según me dijo. La charla siguió y me ofreció vender
vitaminas, me reí pero al verlo tan atractivo le di mí número para que me
buscara para una plática sobre los beneficios de tomar y ser distribuidor de
las vitaminas. Quedamos en que me buscaría para llevarme a sus reuniones. Me fui
a casa apurado por la amenaza de lluvia y porque tenía que salir con mis amigos... La impresión que me dio fue
muy confusa, la atracción inmediata que sentí
fue muy fuerte y se agolparan a mi
imágenes de mi pasado y sensaciones llenas de aromas que me marearon y
perturbaron al punto de no poder quitarlo de mi cabeza. Pasaron los días quizá dos o tres y llamo por teléfono para
pedirme que lo acompañara a las platicas… pasaría por mi el jueves próximo para
llevarme. Llego el día u me aliste esperándolo, por una extraña razón pensé que
vendría sólo por mi, pero llego con una supuesta tía y nos encaminamos a la
reunión. Mientras estábamos esperando que diera inicio, comenzamos a charlar de
lo que hacíamos en la vida cada un. Él, ademas de varias cosa era maso terapeuta,
practicaba Kick boxing, venía de Kansas y era hijo de padres mexicanos. Cuanto
más lo veía, más me parecía verdaderamente hermoso, atractivo, masculino y muy
varonil, sus movimientos eran cuidados, pausados, amables y educados. En la
conversación hablamos de cómo me las ingeniaba para trabajar con fotos pus no
tenia modelos para hacerlo… le conté de un cristo que estaba haciendo donde la
posición de “Yacente” era muy difícil
imaginarla sin verlo. Curiosamente él dijo que lo malo era que seguramente
necesitaba que posaran desnudos, aunque
inmediatamente dijo que; "bueno eso no era problema en realidad" … Sonreí no supe
qué decir, pero sabía que se estaba ofreciendo y no atine a decir nada más que; Sí,
qué no era tan complicado.
Pasaron varios días y no supe mas de él, fue
hasta un sábado que lo encontré en el metro, nos acompañamos un buen trecho y
hablamos de su trabajo como mazo terapeuta y de todo lo que anatómicamente se
necesitaba saber para ello, me contó de sus clases y de sus prácticas y de un
libro que me prestaría para ver los músculos y el desarrollo de los mismos. Me
prometió que me llevaría el libro al otro día para que lo viera y lo tuviera el
tiempo que yo lo necesitara. Y así fue. Al día siguiente casi a las 11 de la
noche se apareció con los ojos adormilados con un aspecto de cansancio y con el
libro en la mano, no quiso pasar sólo me lo dio y se despidió. Recibí el libro sin mucho interés, no
necesitaba ningún libro de anatomía, era más por estar con él que por otra
razón.
Recuerdo que una ves que tenía cita con mi
numerologa, le conté sobre mi encuentro
con él. Me sugirió sacar su numerología y no recuerdo como pero yo sabía su
fecha de nacimiento, al hacer ella sus
cálculos, salio que yo era alguien de su pasado, que como aventura sería maravilloso
pero que no buscará nada mas. Él estaba conmigo porque tenía que resolver algo de su pasado. Esto me tomo por sorpresa
y provocó que evocara su imagen todas la noches, no podía dejar de pensar en él,
había algo extraño en todo esto, en el encuentro, en la forma en que me
hablaba, en como me miraba y en sentir que era él quien se acercaba a mi.
Así pasaron los días y uno de tantos vino a conversar conmigo, saco
dos frasco de las vitaminas que vendía, diciéndome que las tomara y luego se
las pagará, que no había ningún problema. Me apeno un poco y accedí a ello.
Gustavo había tenido un acto de complicidad y generosidad conmigo que me
gustaba, que me tomo por sorpresa… se lo agradecí. Ese día quedamos en vernos el lunes siguiente alas 5 de la
tarde tenía en mente pintar una virgen que sería “La piedad” que necesitaba que él fuera el cristo muerto que ella tendría entre sus brazos. Pero al ver su
belleza y sentir esta gana de pintar un cristo doliente también le pedí que
posara para la imagen deotro, el “Cristo del pilar”.
El día que quedamos que sería
nuestra primera sesión no llego, me dejo esperándolo y no volví a saber de él
si no hasta una semana después donde quedamos en que sería mejor para él,
todas las mañanas a las 9 para que una hora posará. Rigurosamente comenzamos
al día siguiente, Me tenía que levantar muy temprano para tener listo el
estudio y yo mismo, claro, para la hora que venía. Eran los días en que estaba tratando de disciplinarme para hacer
ejercicio todos los días. Así que cuando él entraba al estudio yo estaba mas
que listo y con la cafetera llena para comenzar. Siempre le ofrecí Te, que
el aceptaba. Y comenzamos con el Cristo del pilar. Se acerco a mi caballete, le
pedí que se descubriera el torso… y lo que vi, me quito el habla y me dejo
perplejo, ante tanta belleza no tuve nada más que respirar hondo y concentrarme
en lo que estaba haciendo.
Se acerco a la lámpara de antorcha para
abrazarla simulando que era un pilar… Posó su mano derecha sobre su pecho,
rozando la clavícula izquierda, ladeo su cabeza y miro al infinito, Y ahí
estaba, con el torso denudo tan cerca de mi que podía sentir como despedía
calor su cuerpo por el nerviosismo, su aroma. Sobre el lienzo daba pincelada tras
pincelada sin quitarle el ojo de encima, y es que es en ese momento cuando toda
belleza se me revela. Observé las líneas de sus brazos, los músculos largos y
delgados que su cuerpo tenía, trabajado por el ejercicio. vi. Su mandíbula
angulosa, los pómulos, la nariz y esa ojiva que me gustaba tanto, sus ojos de
herencia mestiza, oblicuos, entrecerrados,
de parpados grandes y pesados que le daban una mirada somnolienta. Tenía
rasgos teatrales, llenos de detalles y sombras que lo hacían más viril. Cuando pinté sus manos, mi mente sucia no
podía dejar de imaginar las analogías que hacían siempre con el tamaño de las
manos, eran grandes de palmas anchas y
cantos venosos, fuertes, dedos gruesos,
largos. Sus uñas eran en forma de
espátula, uñas masculinas bien recortadas. El Angulo que se hacia con su manos
obre el pecho, dejaba ver su pezón derecho erecto por el cambio de temperatura
de su cuerpo, era oscuro con relación al color de su piel, tenía una aureola que coronaban un pectoral
marcado y duro. Verdaderamente era de una belleza perturbadora. Seguí pintando y
combinando los colores que me revelaban sus formas, cambiaba de pincel y
conversamos sobre su vida y lo que hacia, de sus intereses, yo hablaba mucho
mas por el nerviosismo que por que quisiera decir algo, lo que quería decir
tenía que callarlo. Mi pincel seguía las formas de su cuerpo como si lo acariciara... llegue hasta
donde se vería su hueso iliaco derecho, le pedí que bajara su pantalón deportivo. Lo hacia ya con cierta timidez.
Así
transcurrieron varias mañanas, venía
temprano, le daba un Te, a veces tomabamos mate, escuchábamos
música y me contó que asistía a un grupo de AA, Qué a veces fumaba marihuana, y
que estar en esos grupos de apoyo no le impedían tomarse una copa de ves en
cuando ni fumarse un porro de vez en vez.
Todas esas mañanas yo lo esperaba ansioso entusiasmado con verlo y
escucharlo, dos días recuerdo que me dejo esperándolo, núnca llego.
Uno de
tantos días lo cambiamos, de posar para
mí a darme un masaje para saber como eran sus terapias. Esa mañana lo espere
con una cama sobre el piso para que me
diera la terapia. Llego y se metió al baño a cambiarse de ropa por una mas
cómoda, era un uniforme de enfermero, le
pregunte si tenía que desnudarme completamente o me quedaba en truza, su respuesta
era poco clara, -como tú quieras-, dijo. Me causo mucha gracia qué al salir y
pedirme que me recostará boca abajo se presentara, como si yo no supiera quien
era. Comenzó por la espalda y de tanto en tanto hizo un comentario del tamaño
de mi tatuaje. Fue tan duro el masaje que me dejo dos moretones en las piernas.
Debo decir que me gusto y me sentí muy relajado después de esto, porque adema
sabía sobre puntos energéticos y cosa de esas y me iba diciendo que órganos me
dolían o cuales estaban mal para mejorarlos.
Me gustó el masaje. Después de dos semanas de trabajar por las mañanas, nos
citamos el domingo próximo para trabajar todo el día, después iríamos al
cine.
Ese domingo será uno de los que me trabajo me costará olvidar. Quedo en llegar a las 10 de la mañana, y cuando parecía
que ya no vendría, apareció. Sería ya como la 1 de la tarde. Por supuesto que
yo estaba encantado de tenerlo en el estudio, llego en pantalones deportivos y
camiseta, no saludamos y le ofrecí como
siempre un Te llamado “Brekfast” de nu sabor muy agradable. Le mostré mientras
preparaba el caballete para pintar el sentó a tomar su te con una rebanada de
pastel. Y de pronto me pregunto que si tenia mota, -si claro-, le dije. Le lleve
la caja de olinalá donde siempre tengo algo de marihuana. Y se puso con paciencia
de santo a separar la hierba y hacer un cigarro, lo enrollo, embadurno de
saliva y lo encendió…. Con la primera bocanada le cambió el semblante y hasta
la voz. OK, adelante, ¿qué hago? dijo, -Descúbrete el torso- le dije. Lo hizo, -Y ahora bajate el pantalón hasta los huesos
iliacos por favor-, le dije yo. Se acerco a mí, por petición mía y comencé a
pintar. Lo que siguió me provoco lo que creo nunca nadie me había provocado en muchísimos
años, quizá desde mi primera etapa de mi adolescencia. Al verlo, tan cerca, pude
ver las venas que atravesaban su vientre hasta su pubis, el nacimiento de su
bello púbico hasta la base de su verga, sus pezones que ya me quitaban el
sueño, las venas de las manos, su quijada, y su actitud desparpajada que me
inquietaban al punto de sentir que mi corazón latía mucho más rápido. Sentía qué mi respiración se entrecortaba, qué me subía un calor desde
mi pubis hasta las mandíbula. La humedad de mi entre pierna me sorprendió, y
las manos las controlaba para tomar el pincel y no tocar su cuerpo. Él tan solo dio una bocanada más, y siguió
posando, estoy seguro qué sabía que me perturbaba. Puso su manos obre el pecho
como se lo había pedido, y yo tan sólo observaba sus formas, sus dedos, su
abdomen, el bien dibujado ombligo y los bellos que subían hasta el. El pincel de deslizaba sobre la madera
acariciando cada parte de sus músculos en el, cada contorno voluminoso que
podía ver. Era como tocarlo a él a través del pincel. Era una caricia en la
mayor intimidad posible de los dos. Seguimos por varias horas hasta completar
lo que el secado del óleo nos permitía. -Tomemos un descanso dije-, Asintió agradecido,
decía que le dolía el cuello, me ofrecí a darle un masaje, ... aceptó.
Saque una botella de aceite para bebes que
usualmente uso en los perros y lo senté a horcajadas contra el respaldo de la
silla. Recargo sus brazos y su cabeza sobre el respaldo y comencé a untar el
aceite sobre sus hombros, que al tacto eran suaves y mas delicados que lo que
se veían, su piel se sentía tibia, suave, y muy musculosa. Sin darme cuenta lo
estaba acariciando y mi mano se
deslizaba desde sus hombros hasta su pecho pasando por los omoplatos, en cada
vaivén de mis manos rozaba sus pezones, primero sin intención y después con una
deliberada caricia, mis manos seguían sobre su columna vertical hasta la zona
lumbar, y se extendían hasta su vientre. Él sólo atinaba soltar de vez en vez
un leve gemido, no sé si por el dolor gozoso que dan los masajes o por un mero
disfrute hedonista pero yo no podía parar de tocarlo, de acariciarlo, de rozar
mi cuerpo con el suyo por momentos. Subí mis manos hasta su nuca, y acaricie,
la base de su cabeza metiendo mis dedos en su cabello, estoy seguro que lo estaba disfrutando. Tenía
toda la espalda desde la cadera hasta el cuello lleno de aceite, y sentía como
temblaba su cuerpo en mis manos. Sople levemente su nuca casi sin darme cuenta
y lo solté. -¿Te sientes mejor?-, pregunté. Él sólo dijo en voz muy baja, -si
gracias-, se levanto de la silla, y sin mirarme a los ojos encendió otro cigarro
de mota jalando y conteniendo el humo.Se sentó sobre el sillón muy relajado y
siguió fumando. Yo cambié el cuadro del “cristo del pilar” por el lienzo donde
estaba pintando “La piedad”. Mira, le dije, este cristo es de cuerpo completo esta
en el regazo de la Virgen, podemos trabajar si te sientas como si te abrazaran, necesito verte los muslos desde su nacimiento, los músculos de las nalgas.
Ok, dijo. Se desnudo, dejando la ropa de lado, dandome la espalda, de pronto se puso de frente a mi y con cierto pudor
me preguntoó. -¿Cómo me pongo?-, - Siéntate de perfil a mi, pon tus piernas sobre este banco, extiende una, ahora tu
brazo sobre el pecho y el otro cubriendo tu sexo y la mano sobre la pierna,… así-. Él de forma muy dócil, se dejo llevar por mis indicaciones, y echo su cabeza
para atrás sobre el sillón y ahí estaba, desnudo, exuberante en toda su
belleza, tenía a mi cristo muerto bajado
de la cruz ante mí sólo para mi, en mi estudio, en mi sillón en mi
casa, ahí estaba Gustavo, desnudo,
fumando marihuana.
Después de un rato de mirarme pintar y de yo sólo contener la agitada respiración qué él me provocaba. Me miro directamente a los ojos, se levantó, se hacercó a mi, y tomandome la nuca acerco el cigarro de mota a mi boca, .... ´jala- me dijo. -Aspira hondo, siente como entra en ti- Yo obedecí, jale el humo torpemente por mi nerviosismo y tocí. Se río, se puso el cigarro en la boca y sin soltarme la nunca me dij; -asi, mira-. Acercó su cabeza hacía mí, sus labios hacía mi, y me metió el humo en la boca... Me sintió, me asusté... me beso.
Lo demás... fue inexplicable y lleno de senaciones olvidadas, y ahi, en medio del sopor de la marihuana, entre sus besos y caricias, entre sus piernas y embestidas... mi piel reordó porqué me perturbaba tanbto él... me recordaba tanto a Víctor, qué me asusté. Me perdí y ya no recuerdo más.
Hasta aqui escribí este texto, lo hice hace ya 7 años ... Cuando veo fotos de "El Cristo del pilar", pienso en todo esto qué pasó con él. Recuerdo que cuando lo vendi... sólo sonreí. A él... lo deje de ver cuando regreso a su Kansas natal. Jamás he sabido nada de él, jamás una carta, jamás... Sólo quedarón tres piezas de está experiencia con él; esté cuadro, "La Piedad" y "Las Puertas del Purgatorio" y nada más.