Hace dos semanas, conocí a un joven, muy joven, comparado conmigo. Tiene la evidente belleza de su juventud. La chispa y el interés por todo, que tienen los jóvenes... Hace encuestas de todo. Compara, busca. Todo ello evidencia su inmadurez y su crecimiento en formación. Físicamente es delgado, bien formado... bajito. y tiene ese aire aniñado que asusta. En éste mes que comienza, cumplirá 29 años... Y se quiere comer el mundo. Me sorprendió enormemente que quisiera algo conmigo... bien podría ser yo su padre... Pero no lo soy. Daniel, así se llama. Tiene unos ojos seductores, con ojeras que lo hacen muy atractivo, a mis ojos. Tiene los rasgos típicos de un mestizo de mi país. Me gusta mucho. No pensé que pudiera de verdad haber algo entre los dos.
Después de mucha insistencia, acepte que viniera al estudio, por mera cortesía. Llegó con cerveza, yo no bebo, con mota y con una charla que comenzó a inquietarme. Fumamos marihuana, él bebió su cerveza, yo me serví vino rojo... y una cosa llevo a la otra. Nos besamos y hubo una explosión de sensaciones que hacía de verdad muchísimo tiempo no sentía... Su calor, su aroma, su aliento me sedujeron. Su energía y la química entre los dos. Hizo que de los besos pasáramos a meternos mano, mucho más allá. Todo estaba proporcionado a su estatura. Nada espectacular, o no al menos, a la vista. De pronto se torno tan dominante y mandón que me dejé llevar. Cuando me dí cuenta, tenía sus labios comiéndome el culo. Las sensaciones eran indescriptibles... siempre que llego a un punto de placer tan alto, no encuentro palabras para describirlo. ¿La atmósfera del estudio era la idónea? No lo sé. Pero la música de Offer Nisim, el efecto de la marihuana, el aroma del óleo, el incienso, la luz de las velas, el viento que corría, hizo de ese momento una cataclismo sensorial. Todo se confundía, no sabía si era su lengua, el aroma, la mota o su aliento lo que me hizo sentirme tan vulnerable. Vulnerabilidad es justo lo que siento cuando alcanzo tal éxtasis con alguien. Es un momento, justo, en que; si él otro quisiera, podría apuñalarme y yo, no pondría resistencia. Es el momento en que vuelven mis miedos infantiles, mis esperanzas de adolescente, mi necesidad mas escondida, mi necesidad de sentirme protegido, cubierto, envuelto, por unas alas inmensas... Alas de este joven que a penas me llega al hombro.
Le gusta jugar lo que llaman "juegos de dominación" Fue ahí dónde se torno; el superior, el macho alfa, el que daba las indicaciones y dónde yo. Sólo obedecía. Se puso un condón con una maestría que no es de alguien de su edad... literalmente me ensartó como hilo en el ojal. Toqué el cielo y me vine en seco, más de una vez... cosa que enardeció mucho más sus embestidas. La música seguía intensa, alta... el "Tumba, tumba de los acordes de Offer Nisim, taladraba mi cerebro. Lo único que sentía es como entraba en mí, una y otra vez, con una energía que sólo se tiene a esa edad... Yo, sólo me concrete a recibirlo, gustoso, gozoso, con un placer que se reflejaba en mi rostro, tanto... que el sonreía y con frases por demás guarras, me hacía saber, que al menos, en ese momento... yo era de él. Por supuesto, sentí ese abrazo y como sus alas envolvían mi cuerpo, me sentí protegido y seguro.
Estuvimos sexando no menos de 4 horas... Cuando caíamos en cuenta, ya era cerca de las 11 de la noche. Nos habíamos visto desde las 5 de la tarde. -Me gustas mucho Diego-.... -quiero seguirte viendo- me dijo. -Claro macho, claro que sí-, le dije yo.
Desde entonces, nos hemos visto varias veces en estás semanas, siempre encontramos algo nuevo que hacernos, que compartir, que experimentar... Él tiene un morbo, que en otro momento de mi vida, me habría negado a compartir. La verdad es que estoy tan a gusto que lo único que hago es complacerlo, sin prejuicio alguno. Me hace sentirme, bien, pleno, gustado, querido, y protegido a pesar de su corta edad. Y eso... estoy dispuesto vivirlo.
Quiero disfrutarlo el tiempo que se pueda, el tiempo que podamos dedicarnos, las veces que nos encontremos. Sin ataduras, ni falsas expectativas. Él me gusta, me gusta mucho... Yo le gusto y estoy seguro que no es poco el gusto que siente por mi. El "por qué" le gusta la gente madura... no lo sé. Ni creo que deba importarme. Si yo puedo ser esa imagen que el quiere y necesita, ... lo haré. El por lo pronto a mi, me proporciona un placer y una seguirdad; Inmensa... verdaderamente Inmensa.
Tiene la atención, de todos los días, mandarme un mensaje de "buenos días", de preguntar; cómo estoy, de querer saber; qué estoy haciendo. Tiene la amabilidad a flor de piel. Algo que ya poco se ve por aquí. Daniel por ahora... es con quién me comparto. Y espero que sea por mucho, mucho tiempo..
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